31.5.15

La obra de arte como un truco de magia

arte magia
Un fragmento de la 'paleta' y otro de la pintura.

Mi parte favorita de dibujar o pintar es contemplar obras acabadas con las que estoy satisfecha. Cuando veo el resultado junto a los materiales, me siento como un alquimista que ha transformado los elementos originales o, mejor, un mago que en vez de sacar de la chistera un conejo saca de un lápiz un retrato.

Cuando veo el resultado casi me olvido por completo del proceso, de cómo se hace el truco, y lo contemplo como si fuese la primera vez con una mezcla de intriga y fascinación. Es un desdoblamiento de roles que cuesta explicar: ¿Cómo se puede ser el mago y a la vez sorprenderse con el truco? No sé cómo ocurre, pero pasa y es una experiencia de lo más placentera.

Sin embargo, no siempre se alcanza ese punto. A veces la magia brilla por su ausencia, la obra no funciona y todo lo que ves es el truco a medias, las bambalinas tras el escenario. Entonces sientes desde el estómago que a tu proyecto le falta vida y él no saber cómo infundirla te reconcome por dentro. Es un desasosiego constante, pero también un desafío para el artista no rendirse y dar con la clave para completar su metamorfosis.

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